miércoles, 25 de febrero de 2015

Seasick Steve -You Can't Teach an Old Dog New Tricks (Conutry/ Blues)- 2011


En esta reseña voy a salirme de la línea de álbumes que he estado trayendo hasta el momento, todos ellos incardinados en el Rock Progresivo o derivados, para apostar en esta ocasión por algo muchísimo más sencillo, sin conceptualismos, ni complejas composiciones instrumentales de músicos encerrados durante meses en estudio. Me voy ahora al otro extremo, a Seasick Steve, un blues-country-man norteamericano, al que meter más de tres o cuatro instrumentos en un tema le parece ya pasarse de instrumentos.


Seasick Steve (1941, Oakland, California), ha sido un músico más que tardío. Cuenta ahora con 74 años, y su álbum debut fue publicado hace 11 años, vamos, cuando ya arrastraba a las espaldas 63 años, que viene a ser la edad en la que muchos de los grandes músicos han optado por jubilarse. Sin embargo, a Steve, a pesar de su larga barba ya blanca y de una presunta alopecia oculta siempre bajo gorras viejas y deshilachadas, no parece que se le acaben las energías, y para comprobar esto no hay más que verle subido a un escenario.

Es un músico cuanto menos curioso. Su estética y modo de vivir es la típicamente redneck, de los norteamericanos del sur de EEUU. Acostumbra engalanarse con gastados petos de mecánico, y, cuando no, con pantalones vaqueros y camiseta blanca de tirantes (a la que solo le faltan las manchas de aceite). En la mayoría de sus fotos que no sean de directos, podréis verle acompañado siempre de oxidadas rancheras, tractores y Chevys que presumiblemente conduce. Y siempre presente la botella de Jack Daniels a la que se amorra como si no hubiera mañana. 

 
Pero, precisamente, una de las cosas que más le caracterizan, fuera de todas estas consideraciones, son sus instrumentos, los cuales acostumbra a fabricar él mismo, resultando cacharros con cuerdas que sorprendentemente suenan, y vaya como suenan. En la foto podéis ver un buen ejemplo de lo que os cuento: el palo medianamente gordo es la estructura principal del (llamémosle) banjo, que en su extremo inferior termina en una lata (¿de aceite de coche?); el cuerpo es una yanta, de un antiguo Terraplane Hudson, sobre la que está montada el fonocaptor; por último, las cuerdas, en el puente bajo, están enganchadas en una espumadera de cocina condenadamente oxidada. E insisto: suena.

El álbum por el que me he decidido es You Can't Teach an Old Dog New Tricks, de portada especialmente relacionada con el título. Ya os digo, la complejidad no es lo de Seasick Steve. Es su quinto álbum, publicado en 2011, lanzado en EEUU a cargo de la discográfica Third Man Records, que es el sello fundado por Jack White (el Eduardo Manostijeras de los White Stripes). Contiene doce temas, y el bajo corre a cuenta de John Paul Jones, el bajista de Led Zeppelin, con el que se realizó también la gira.

Previamente, ya había adelantado que Seasick Steve es un blues-country-man, pero no hay que esperar de este álbum ritmos pausados ni melancólicos, por regla general, si bien sí es cierto que no se resistió a incluir un par de temas en esta línea, tales como Treasures, Burnin' Up, o Whiskey Ballad (en el que aconseja que ante cualquier dificultad, copazo de whisky). Por lo demás, los temas cuentan con el increíble ritmo y pegadizos riffs de sus pseudo-banjos y guitarras. Ejemplo de esto son cortes como el que da nombre al álbum, You Can't Teach an Old Dog New Tricks, Back in the Doghouse o la genial Don't Know Why She Love Me But She Do, que opino que es uno de los temas estrellas del álbum, con tanto ritmo que resulta imposible no menear la cabeza nada más se escucha el principio del riff.

En definitiva, un álbum ideal para todos aquellos a los que les guste un blues mucho más rítmico de lo usual, y que además les produzca especial curiosidad este músico que aún tiene mucho que ofrecernos. 


Autor reseña: Alejandro Molina.

martes, 24 de febrero de 2015

Horn of The Rhino- Summoning Deliverance (Doom/Thrash)- 2014

Llevo tiempo ya queriendo hablar de bandas, de las que tendríamos que sentirnos orgullosos de que sean de nuestras fronteras y de las que casi desconocemos, que están ahí siempre trabajando para sacar lo mejor de nuestro metal. Y sin duda, cuando pienso en grupos así, me viene a la cabeza "Horn of The Rhino", con toda su mala leche y su tremendo potencial con el que disco tras disco, no paran de satisfacerme. Y es que estos tíos vienen a construir su dominio con discos como este.


Con claras muestras de su Doom metal en "Weight of Coronation", asfixiante, pesado y denso. O sonidos más extremos con el que nos dejo un gran sabor de boca en su anterior disco "Grengus", llegan en máxima forma a este 2014 con este "Summoding Deliverance" donde podemos ver una mezcla de sus influencias pasadas y nuevos caminos por los que adentrarse, a destacar para mí, la mejora y cuidado de esa voz limpia con la que muestra tantas emociones y poder.

Buenas canciones, de larga duración, donde la apisonadora instrumental va marcando el camino, lentamente (que esperas, es Doom) para que esa voz se mueva allá por donde quiera, claro ejemplo en "Onward Through Domination". Una de las cosas que más me ha sorprendido, es notar una clara influencia de unos monstruos como "High On Fire" de los cual me declaro fiel seguidor, por lo cual no me quejare en escuchar temas como "High Priest" o la tremenda y atronadora "Exvenhsench" ojo con los nombres, primer tema del disco después de la intro, y con las que el desgarro y la furia inicial, con esa batería marcando y destrozando todo lo que pilla, entre ellos nuestros cuellos.

Algo más rápido, más Thrash, pero con unas guitarras densas como no se podía esperar menos de ellos nos encontramos en "Their Tombs", dandole otra cara al trio Bilbaíno, faceta de la que pueden sacar mucho jugo, más agónica y directa. Hasta algún ramalazo Black, demostrando todo su poderío en "Grim Foreigners" dejándolos cada vez más inclasificables. Apocalíptico tema, pero que a la vez se me hace bastante accesible, que cosas anteriores que habiamos escuchando antes de ellos.

Pero por muy bien que suene su metal extremo y sus buenas dosis de tralla, a mí con lo que de verdad me acaban de atrapar, es con cortes como "An Excess of Faith" con la que cierran el disco, o "Deliverance Prayer", donde la voz limpia aparece, para que todas las luces la apunten y sea la clara protagonista, donde marcan la diferencia sobre el resto, donde con dos cojones te dejan con los ojos como platos. De lo mejor del disco.

Horn of The Rhino, sin duda hay que probar a escucharles, este o sus anteriores discos, porque a más de uno le dejará más que sorprendido. Denso, oscuro, dando caña hasta no poder más, sacando toda la rabia que no se puede contener. Imprescindibles.




Autor reseña: Jorge Bielba.

jueves, 12 de febrero de 2015

Behemoth- The satanist (Symphonic Black)- 2014

Ya tenia ganas de hablar sobre la última obra de "Behemoth", los polacos sacaron el año pasado un disco, que les volvía a reafirmarse como inagotables, siempre trabajando y saliendo victoriosos con sus propuestas. Un disco que les habrá dejado las mejores sensaciones casi de sus vidas, después de los duros cinco años que han pasado, con la enfermedad del señor Nergal, y de más problemas judiciales. Y es que este no es solo un disco de Black más, es un baile de intenciones entre llamas y oscuridad.


Una vuelta a un sonido más oscuro, más cargado, pomposo, donde todo está hecho a lo grande. Como abarcando más, y haciéndolo también más accesible para las personas que no están del todo acostumbrados a estos sonidos. Donde el descontrol y la ira, jugaran entre los cambios entre el Death y el Black, e incluso algún aire al buen Rock, pero siempre con la marca de la casa de estos polacos, y esa voz que erizaría la misma piel a Jesus en algunas partes del álbum. ¿Nos adentramos?.

Como nos tiene acostumbrados Nergal, el trabajo de sus letras es un trabajazo de información y cultura, centrada en el odio hacia la religión católica, bajo la que se crío en su Polonia natal. Son letras tan rebuscadas, que ni leyéndolas casi entiendes los significados que esconden. Un disco con una rosca de más, a los que muchos a lo mejor se les hará demasiado cargantes de simphonia y grandiosidad, aun que para nada me encuentro en ese sector. Y es que solo necesito el tema inicial "Blow Your Trumpets Gabriel" para poner toda mi atención a lo que va a venir. Donde ya se ve el estilo casi ritual, a la marcha sin prisa a la que va, para acabar desatando toda la furia que llevaba acumulanda.

Las canciones se van sucediendo, y platos fuertes van pasando, llenos de riffs atronadores y una batería desatada como se ve en "Furor Divinus" o "Messe Noire", pero es aquí donde me aparece una sorpresa que no me esperaba a priori, con ese solo de guitarra que cierra el tema, tan clásico, brillante y directo. Ni me imagino lo que tiene que ser vivir en el mogollón un tema como "Ora Pro Nobis Lucifer", más death y directa a la yugular.

Pero lo que más me atrapa del disco, es que cada vez los temas me parecen mejores, y es que los temas de la segunda parte son cada descarga cada cual mejor que la anterior. "Amen" y esas agonías que transmite, para abrir las puertas a "The Satanist", la que le da el nombre al trabajo, y que te hace entrar, con ese juego de platillos, y esas guitarras tan sujerentes, para que de la parte más oscura aparezca esa voz, ¡joder que voz! es que hace que todo esté a sus ordenes, todo trabaja y le envuelve. Increíble, y ya más la guitarra que viene luego, no puedo pedir nada más.

Pero esto no acaba aquí, aun estamos rodeados de tinieblas y la luz del final del túnel se va hacer esperar, pues aun quedan un par de rituales más que no hay que perderse, "In The Absence Ov Light" donde después de un inicio de tralla, aparece la calma, donde unas guitarras acusticas y un saxophone empiezan a fluir, en la oratoria de Nergal, y despues de la calma, ¡la tempestad!, donde Behemoth despliega una de sus partes más destructoras del disco. Con "O Father O Satan O Sun! llega el final, pero antes tenemos siete minutos por delante, donde los coros, la épica y el canto de gloria se verá mejor que nunca, menos tenso que el resto de temas, pero que te eleva, te deslumbra. Genial.

Un trabajo que ha costado sudar, lágrimas y sangre, esta última literalmente, ya que el artista de la portada uso un poco de la de Nergal. Uno de los mejores discos del 2014, una mezcla de intenciones, en los que Behemoth se centra menos en el Black teórico y disfruta más de lo que hace, de su música y que nos regala esta increíble obra.  



Autor reseña: Jorge Bielba.


domingo, 8 de febrero de 2015

Haken – The Mountain (Progressive Metal) – 2013


Impresionante la carrera breve pero intensa de los londinenses. En poco más de siete años de banda, hasta la fecha han sacado una demo, tres álbumes de estudio y un EP, además de estar ya preparando su cuarto trabajo. Cada nueva publicación ha supuesto un gran paso hacia adelante: con la maqueta se probaron a sí mismos, el primer largo fue su propuesta a gran escala, en el segundo se separaron de sus influencias más claras y en el tercero han logrado afianzar su propio signo de identidad. El EP toma como base la demo para patentar la meteórica evolución de este grupo. Escojo como ejemplo para reseñar “The Mountain” porque musicalmente supone su consolidación como banda: con él pasan de ser una promesa del progresivo actual a tener nombre propio. 



A diferencia de los dos previos, este no es un álbum conceptual, aunque todas las canciones tienen un tema común: la experiencia de ascender y descender una montaña como símbolo de los altibajos de la vida. Empezamos con la suave apertura “The Path” que, a través de la dulce voz de Ross Jennings acompañada de un piano, reproduce unos versos reflexivos sobre la vida que unas cuantas canciones más adelante recogerá la canción “Because It’s There”. En esta continuación (iniciada a capella, como si de un canto gregoriano se tratase) encontramos los mismos versos pero contando toda una historia que toma el símil ya mencionado de escalar una montaña para para aportar un sentido filosófico hacia la vida. 

La segunda canción y primer adelanto del disco es “Atlas Stone”, toda una presentación del mundo Haken: intro con un acabado épico, estribillo grandilocuente pero accesible, partes instrumentales de estilo virtuoso (cuando no psicodélico) y de variados géneros. Todo para conformar una estructura enrevesada y nada convencional pero muy efectiva que nos lleva a la gloria. Justo después nos topamos con “Cockroach King”, una canción más oscura pero de estructura igualmente inverosímil y llena de matices (arreglos de jazz, estribillo hipnótico y muchos cambios bruscos). Cuenta con videoclip propio, en el que unos teleñecos imitan a los integrantes de forma bastante adorable. Me resulta imposible no destacar la postura que adoptan los teleñecos, especialmente en los fragmentos vocales, pues resulta ser un claro tributo “Bohemian Rhapsody”, la inmortal obra maestra de Queen. Esto me lleva a citar la reseña que Alex Molina publicó hace exactamente un mes pues, curiosamente, ya se refirió a esta influencia que los grandes olvidados de Gentle Giant tuvieron tanto en Queen como en Haken.

Justo en la mitad encontramos “Falling Back to Earth”, una suite de doce minutos que, también en clave alpinista, cuenta el ascenso y la caída de Ícaro por su ambición de llegar más alto que nadie. La primera parte, “Rise”, es la más dura del disco, con un sonido oscuro y contundente y un estribillo más pegadizo que a momentos recuerda a Avenged Sevenfold. La segunda parte, “Fall”, empieza tranquila, con una melodía sencilla a la que cada vez se le añaden más instrumentos y voces hasta que engancha con el estribillo de nuevo.

El disco se cierra con “Pareidolia” y “Somebody”, dos canciones largas de corte más intimista. La primera comparte la complejidad y variedad de estilos propios del disco, aunque me atrevería a señalar a “Pain of Salvation” como gran influencia en cuanto a estilo y a musicalidad. “Somebody” es líricamente aún más parecida a la temática de los de Daniel Gildenlöw pero con arreglos corales y algún juego vocal marca de la casa.
Nos encontramos ante una de las nuevas estrellas del progresivo actual, cuyo tercer disco supone el afianzamiento de un estilo propio, lógicamente influido por muchos otros, pero que han sabido mostrar como un homenaje y no como una versión. Nos encontramos ante la madurez de una banda que ha sabido hacer del progresivo una vía para explorar terrenos más experimentales de la música. Veremos qué nos deparan en el futuro.


Autor reseña: Pau Edo.

martes, 3 de febrero de 2015

Soen- Cognitive (Progressive/ alternativo)- 2012

Somos unos cuantos los adictos a los que no nos llega nuestra dosis de ese grupo que tanto ha hecho por nosotros, como es "Tool". Pero por suerte, nos ha llegado un sucedáneo, que nos va a venir más que bien. Y es que pocos grupos se atreven a seguir por la senda que abrieron los californianos en los años 90', pero estos valientes, con su disco debut cogen toda esa esencia, con algún toque Opethiano, por algo el batería es el gran Martín Lopez, sin duda el mejor batería que ha tenido Opeth. Vaya obra que se sacan con este "Cognitive" donde hasta la portada te saca un sonrisa de recuerdos pasados.


Ya desde la intro te vienen esos sonidos que tanto conoces, y el que no sepa de Tool y le guste, ya tiene deberes que hacer. Y con el primer corte "Fraccions" ya todo se desata y no se parará, esos sonidos calculados milimetricamente, donde la guitarra crea un sonido denso, y la batería juega con lo que le da la gana. Sin duda el trabajo de las bases es increíble. Luego esta el otro pilar fundamental, esa voz cálida, dulce, que te atrapa, que la sigues y que no quieres que se te escape.

Gran cantidad de momentos de relajación, donde dejas que tu mente vuele al ritmo del bajo, con canciones como "Last Light", ¿Que más se necesita? Tralla y metralla, pues para eso también tenemos temas como "Oscillation" o la genial "Canvas" de mis preferidas, donde Soen deja caer más su parte metalera y contundente.

Las melodías de la voz, son tremendamente pegadizas, solo con el ejemplo de "Purpose" y esa voz que tarareas, yo sin duda me busque las letras de las canciones para aprendérmelas, lo necesitaba. Para cerrar un disco increíble, que mejor forma que con "Savia", donde ponen toda la carne en el asador, puede que la mejor del disco, donde toda la instrumentación se luce y sabes que necesitas más, volvértelo a poner, que no acabe esta mezcla, donde las melodías y emociones que te transmite son tan adictivas.

Canciones que recuerdan a tantos, que nos traen tantos recuerdos, pero lo mejor de Soen es que consiguen hacerlas tan suyas, con su propia identidad. Sin duda un disco al que recurro tantas veces, su segundo álbum Tellurian me ha convencido menos, con menos chispa. Pero por suerte tenemos este disco debut. Y una muy buena dosis de nuestra droga preferida.


Autor reseña: Jorge Bielba.

lunes, 2 de febrero de 2015

Museo Rosenbach- Zaratustra (Rock Progresivo)- 1973

Este álbum, de original portada, es una obra de arte del rock progresivo, pura filosofía, poder y fuerza. Su título hace referencia a Así habló Zaratustra, del entrañable señor Friedrich Nietzsche (a quien al final de su vida le dio por abrazar caballos). En dicha obra, imbuida por la filosofía nihilista, se defiende la teoría del Superhombre, que es aquel capaz de crear un sistema propio de valores, ajeno a la ética social. El Superhombre obra de acuerdo a como quiere obrar, sin que le afecten las concepciones del bien o el mal de aquellas personas que le rodean, siempre ansioso de la voluntad de poder. 



Museo Rosenbach surge en la escena del Rock Progresivo Italiano (bastante desconocida en nuestro país, pero tremendamente creativa) a principio de la década de los '70. Los nombres que se le dieron en Italia a las bandas progresivas fueron cuanto menos originales: los hay tales como Banco del Mutuo Soccorso, Reale Accademia di Musica o Premiata Forneria Marconi, de los que ya tendré tiempo de hablar. Lo general en el progresivo italiano fue su fusión con el folk-rock, habitualmente con la canzone napoletana, cosa de la que, sin embargo, decidió prescindir Museo Rosenbach, para así aproximarse mucho más al rock progresivo inglés que al italiano y dejar bien claras sus raíces en el único álbum propiamente dicho que publicaron.

Fueron muy influenciados por Pink Floyd. Ahora bien, el disco que os traigo fue grabado en 1972, y su publicación es prácticamente simultánea a la del The Dark Side of the Moon (1973), de forma que lo que escucharéis a lo largo de esta maravilla serán reminiscencias de álbumes como Meddle, Atom Heart Mother, o incluso Ummagumma. Otra banda inglesa de la que también me arriesgo a afirmar que bebieron fue de Gentle Giant, en concreto de su álbum Three Friends, que en términos generales, influyó a toda la escena italiana.

Zaratustra es un elepé arriesgado, en el que se recorren multitud de estilos musicales a base de bruscos cambios impredecibles. Museo Rosenbach es capaz de romper un pasaje típicamente progresivo para llevarnos a una suave melodía jazz o, simplemente, a un fraseo mucho más pausado y piano, en el que la voz cantante se escucha lejana, ausente, para terminar volviendo a lo inicial con aún más ganas. Todo ello en su conjunto termina por resultar una sinfonía progresiva a un nivel de calidad musical que muy pocos grupos en muy pocos álbumes han logrado.  
El álbum se nos presenta en 4 temas. El primero de ellos, que ocupa toda la primera cara del LP (una cara de LP son entre 20 y 25 minutos), está a su vez dividido en 5 movimientos, y en la segunda cara encontramos ya los 3 temas restantes. Y si me he detenido antes ha explicar muy brevemente de qué toma nombre el álbum y a muy grandes trazas describir al Superhombre, es precisamente porque estos italianos optaron por confeccionar un disco conceptual, en el que, muy resumidas, expusieron las teorías de Nietzsche a lo largo de temas de títulos como L'utlimo uomo (el último hombre, uno de los primeros capítulos del Zaratustra de Nietzsche), Al di là del bene e del male (Más allá del bien y el mal, otra obra del mismo filósofo), Superuomo, o Dell'eterno ritorno (El eterno retorno, una de las teorías del Zaratustra).

Pero, además, debo comentaros que tiene el mérito digno de consideración la capacidad con la que fueron capaces de armonizar las letras con lo instrumental. Nadie imagina al Superhombre como un ser endeble, ni tampoco dulzarrón. Por ello, a lo largo del disco nos vamos a topar con una composición instrumental cargada de poder e intensidad y una voz cantante, la de Stefano Galifi, llena de fuerza, cuyo conjunto transmite a la perfección la voluntad de poder del que está revestido en la teoría de Nietzsche el Superhombre.

A título de curiosidad, cabe reseñar que el álbum, a pesar de su espectacular calidad, originalidad, y haberse convertido en un LP de culto para los amantes del progresivo, se metió un buen guarrazo comercial. Debido a que las ideas de Nietzsche habían sido tergiversadas por un señor con bigotillo (otro que no era Chaplin) y que en la portada del elepé, en el collage que hace la cara, aparece Mussolini, no encontraron en la Radiotelevisione Italiana, que desconfió, la publicidad de la que eran realmente merecedores.

En definitiva, es un disco ideal y necesario para todo aquel que tenga debilidad por el progresivo y además le produzcan especial interés los álbumes conceptuales.


Autor reseña: Alejandro Molina.